El poema es la más profunda herida;
es la emoción peleándole al olvido.
Es el golpe vital, el aguerrido
entrañable ladrón de nuestra vida .
Escribir poesía es arañar la vida. Es abrir la ventana al mundo entero; encender la mañana y descubrir el rumbo de un alma sin fronteras; encontrar el asombro en quien nos lee; tocarle con cariño el corazón abierto, los ojos encendidos, desbocados los sueños. Es crecer todos juntos como se crece el día a medida que existe.
Quien lee estos poemas, casi todos sonetos clásicos, se siente aludido, como si cada uno fuera escrito para refrescarnos la vida, para involucrarnos. Es un llamado, una voz precisa, un a ti, que estás aquí.
Se leen una o mil veces con la misma voracidad y con la sorpresa que nos da lo conocido, cuando se expresa desde el corazón, con el ingenio y la cadencia rítmica que nos recuerda el vaivén de un arrullo.
Sublime, esta poesía nos transporta a un mundo más profundo; y este libro es nuestro pasaporte.
Los sentimientos, la rigurosidad, los amores brotan de estas páginas para hablarnos de emociones de siempre de una manera profunda, especial, amorosa, intrincada; de un nuevo entendimiento de lo que, aunque ya conocemos, nos conmueve.
Beatriz Ordóñez Mallarino tiene una manera de decir las cosas que hace que se sientan propias.
Viejo no es
Viejo no es el que muchos años tiene,
ni el que arrastra los pies y va sin prisa,
ni quien lleno de arrugas nos conmueve.
Viejo es aquel que pierde la sonrisa.