Desde el final de su estancia en Marsella hasta su partida para Nueva York desde Casablanca, Simone Weil se consagró a desvelar u00abel centro mismo de todo el pensamiento griegou00bb, rastreando en algunos de sus textos más bellos los precedentes de lo que a sus ojos constituía la inspiración cristiana. A raíz de los grandes pensadores y de diversos fragmentos de la doctrina pitagórica (u00abel gran misterio de la civilización griegau00bb) así como de algunos pasajes bíblicos, Simone Weil va desgranando sus reflexiones acerca del Amor divino, del consentimiento del alma a Dios en la desgracia, de la fuerza, la necesidad y la belleza del mundo, de la armonía y la amistad.