Este libro propone una lectura crítica y decolonial del ordenamiento territorial en Colombia, examinando cómo las configuraciones espaciales revelan relaciones históricas de poder, desigualdad y exclusión. A partir de una revisión de las escuelas geográficas, el texto analiza la forma en que los paradigmas occidentales han modelado la planificación territorial, invisibilizando los saberes y territorialidades indígenas. Desde una perspectiva interdisciplinar, se abordan las tensiones entre el ordenamiento estatal y las cosmovisiones ancestrales, proponiendo una reflexión sobre la necesidad de repensar el territorio desde la pluralidad epistémica, la justicia espacial y el reconocimiento de la diversidad cultural como base para construir territorios más equitativos, sostenibles y respetuosos de los pueblos originarios.