Recorro estas palabras en silencio, con el olor de la tierra en las entrañas. A cada paso la lluvia, la muerte, la mañana. Cruza el universo por estas palabras. Cantan las semillas su danza de sol nutriendo los sueños. Camino. En el pecho de los niños la memoria respira. En su mirada se posan los pájaros y dibujan sus órbitas la luz de las estrellas. Es profunda la huella nocturna de las manos donde sueña el maíz con los perfumes de la huerta. Es temprano morir. La guerra deposita raciones de pólvora y metralla en cada uno de los platos. Masticar el cuchillo; barrer con un trozo de pan la ración de veneno. Masticar impasible el fruto inefable del miedo.rnEscucho la lluvia caer sobre la herida sedienta. Una canción peregrina golpeará sobre el bronce del tiempo buscando tal vez una puerta. Acecha el silencio al manojo de abrazos que encienden la lumbre en mitad de la casa. Sueñan los zapatos minerales rotos que besan rotundos el surco que sueña frutos en la mesa. Es de mar la mirada que sabe del barro cantando en las manos. Cesto de maíz es la huella del niño que deambula por los linderos de la primavera: perfume de savia dejan sus zapatos por la carretera. Estruendo de surcos canta la tristeza.