Los fenómenos paranormales nunca han sido temas respetables para los portavoces oficiales de nuestra cultura, ya sean científicos, académicos, prensa seria o representantes de la Iglesia. Harpur reprueba estas dos actitudes. La primera, por esquiva, al eludir las preguntas que, a su juicio, deberían suscitar tales fenómenos sobre la naturaleza de la realidad y de la mente; la segunda, por ingenua, al tomar estas apariciones en su sentido literal. Para Harpur se trata de fenómenos puramente psíquicos; pero la «psique» es el mundo, no sólo nuestras mentes individuales. El error, dice Harpur, es negar y reprimir estas manifestaciones, pues cuanto más se reprimen, más patológicamente retornan.