Plegaria es un canto al vacío, la soledad, el miedo y el desarraigo. Es también un alivio y una búsqueda de la emoción seca, natural, pura de la que hablaba Vallejo. Lo perdido se recupera en el poema, y el poema es lo que queda cuando todo lo demás se va. En su segundo libro, la autora cubana habla con Dios citando a Nietzsche, rememora el asesinato del revolucionario africano Patrice Lumumba y reivindica la capacidad de soñar como la última puerta de entrada a los paraísos perdidos. Según el jurado que la declaró ganadora del Premio Ruiz Udiel, Plegaria revela las coordenadas de una memoria fracturada que se recupera en la voz poética. Es el testimonio de un mundo que se desvanece y de una patria que se llena de sentido en la palabra y de unos recuerdos donde la poesía dialoga con su tradición y con un presente de euforias e incertidumbres.