La espiritualidad es un rasgo esencial en nuestra personalidad. Todos los seres humanos hemos tenido alguna vez la necesidad de buscar respuestas a nuestras inquietudes y de relacionar nuestros sentimientos con ella. Los niños no son ajenos a ello. Los valores personales que la espiritualidad aporta son un elemento positivo que potencia un mejor desarrollo de las aptitudes emocionales de los niños.