Hay días en que no tenemos ganas de ir a trabajar, de leer las noticias, de agobiarnos por los desastres del mundo, de preocuparnos por el futurou2026 No tenemos ganas de opinar sobre las últimas reformas políticas que nos ponen los pelos de punta, tampoco tenemos ganas de angustiarnos por nuestra carrera profesional ni por saber si tendremos una pensión cuando, de aquí a unos años, nos jubilemos. No tenemos ganas de estar torturándonos por nuestros problemas personales y los de nuestros seres queridos, ni de culpabilizarnos si tomamos un baño en detrimento de u00abla salud del planetau00bb, ni tampoco de tener mala conciencia por la calidad de nuestra alimentación. Solo tenemos ganas de desconectar, de olvidarnos de todo por un día, aunque sea un instanteu2026 y respirar.