Qué aspecto tenía nuestro continente al final de la II Guerra Mundial es algo que no se pueden imaginar los que hayan nacido después, y quien lo haya visto, hace tiempo que lo ha olvidado. Ni las memorias ni ninguna novela es capaz de reproducir lo inimaginable de aquellos años. Quien quiera saber cómo fue, ha de recurrir a las impresiones directas de los que lo vivieron en su época. Las imágenes más mítidas las han proporcionado los autores que siguieron a los victoriosos ejércitos de los Aliados. Entre ellos destacan los mejores reporteros de América: Martha Gelborn, Edmund Wilson y Janet Fanner. Más tarde se añadieron los neutrales, los suecos y los suizos, que procedían de países no afectados por la guerra: ?outsiders? que no daban crédito a sus ojos. Las escenas que nos transmitieron son brutales y excéntricas, pavorosas y conmovedoras. Son mensajes como los que hoy nos llegan del denominado Tercer Mundo.