El capitalismo financiero muestra su cara más despiadada:
Destruye la industria y condena a las clases trabajadoras a un estrés creciente y una salud menguante, a la segregación y la inseguridad social.
Mientras aumenta la deuda pública y resquebraja la vida comunitaria, alentando la competencia y el resentimiento.
En medio de esta crisis global, muchas personas ya no creen en los partidos políticos y buscan nuevas opciones, sean de derecha o de izquierda.