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28 NOV

"Uno de los principales temores, fue el olvido": Lina Rojas Flórez

"Algo hay adentro", la novela publicada este año por Angosta Editores, explora la enfermedad y el duelo de una familia, en un relato íntimo y bellamente narrado.

Por: María Trujillo Maldonado

A Lina Rojas Flórez la vida le cambió en un instante. Aunque Lina había estudiado comunicación y desde pequeña le gustaba escribir, empezó a trabajar en un banco, llevada por las responsabilidades, por su familia, sus hijos, pero, dice, no le gustaba sumar ni restar en el colegio, y pasó de estar rodeada de letras a estar verificando todos los días cómo había amanecido el dólar, la bolsa, los indicadores económicos. Reconoce, ahora, que estuvo muchos años en el lugar equivocado pero “siempre con esa latencia de querer contar historias”. 

Lo que la impulsó, al final, a contar esas historias, fue la muerte de Juan Diego, su hijo. Ese dolor, inenarrable e inimaginable, la llevó a derramarse en 352 páginas, en un intento de preservarlo para siempre. El libro es, en sus palabras, un intento de ganarle al olvido. Escribir un libro que relate la propia experiencia y, más aún, una experiencia dolorosa, no es tarea fácil. La escritura debe mediar entre la ficción y lo real, debe construir un relato que narre la realidad, lo cual, inevitablemente, la ficcionaliza. La novela, casi autobiográfica, intenta mantenerse más cerca de lo real que de la ficción. La autora logra un relato íntimo, limpio, que se condensa en hospitales, diagnósticos y médicos y enfermeras a veces sin nombre, pero que no deja de lado el componente humano: la inocencia y astucia de Juan Diego, quien nos recuerda en cada línea, cada diálogo, que más allá de su enfermedad siguen intactos su esperanza, sus miedos y sus sueños. 

Conversamos con Lina sobre el proceso de narrar la propia experiencia y su proceso de escritura. También sobre el duelo y algunos retos a los que se enfrentó. 

¿Qué tanto hay de la propia experiencia en la novela?

"Cuando empecé a escribir la novela, casualmente la pensé como ficción, pero me resultó imposible. ¿Cómo un tema tan íntimo puede exteriorizarse y dejarse como si lo estuviera viviendo un tercero, cuando es a mí a quien le está doliendo? Me parece muy simpático cuando los autores dicen "esto que estás leyendo es ficción o esto que vas a leer es autobiográfico".  Yo prefiero que el lector lo lea en la clave que quiera. El desafío era contar una realidad con tal detalle que incluso mi esposo, sorprendido, me dijo luego de leer el libro dos veces, ´pero si los dos vivimos la misma historia, ¿cómo tú recuerdas detalles tan pequeños, cómo yo no los vi, cómo recuerdas que la planta era esa, que el escritorio era así, que el médico hizo ese gesto? ´, y yo me acuerdo. El que está dado para contar historias se fija en esos detalles, la mirada es muy distinta. Fue un ejercicio de memoria. Y sí, le apunté a que no fuera ficción, el libro no es ficción. Todo pasó. "

Es un libro que trata un tema sensible, muy íntimo al ser una experiencia personal, ¿tuviste retos al escribir?

"Muchos. Primero, uno se va de la literatura como cuando abandona un pueblo y regresa después de mucho tiempo. Uno vuelve y ya no reconoce las calles, ni el parque, ni la tiendita a donde iba a comprar el pan. Entonces es volver a meterte en el cuento, es volver a empezar, es encontrarte con autores nuevos, con libros nuevos y con nuevas formas de contar. Yo solo había escrito algunos poemas, algunos cuentos cortos, pero nunca una novela, y eso representaba para mí un gran esfuerzo. El reto también estaba en el ejercicio de la memoria y en ser respetuosa con todos los personajes de la historia, incluyendo a mi hijo, por supuesto."

Imagino que cambiaste algunos nombres...

"Sí, eso es lo que podemos decir que tiene de ficción. No era necesario entrar en ese detalle. No quería mencionar a los médicos con sus nombres reales, ni a las clínicas. No quería meterme con nada de eso. A algunos médicos fue suficiente nombrarlos con su especialidad, el oncólogo, por ejemplo.  A algunos niños también les cambié el nombre, otros sí tienen el nombre real, pero con autorización de la mamá."

¿El libro te ayudó, de alguna manera, con el duelo? ¿Fue una herramienta? 

"Sí, por supuesto. Cuando pasó lo que pasó, cuando mi hijo se fue, muchas personas, con la mejor intención del mundo y más si han pasado por situaciones similares, quieren ayudar, entonces te dicen cosas como "guarda las fotos del niño, no las veas" pero resulta que el duelo es un proceso tan íntimo, tan individual, que ni siquiera se puede entrar a sugerir qué hacer o qué no hacer. A mí me servía ver la fotos de mi hijo, por ejemplo. Siguiendo uno de esos consejos, entré en una fundación de madres que habían perdido a sus hijos. En ellas había un dolor impresionante, un dolor que era distinto al mío, mi dolor era más sosegado, un dolor que siendo inmensurable, me permitía escribir el libro, y uno de los principales temores, tan pronto pasó lo que pasó, fue el olvido. Entonces el libro se justifica en ese sentido. El libro pretende luchar contra el olvido de los niños que, como mi hijo, tuvieron una vida corta, niños que pasan por el mundo y se van casi sin dejar rastro. También sentí miedo de que mi hija olvidara a su hermano. El ejercicio de la escritura me ayudó a superar ese miedo porque de alguna manera podía rescatarlo con palabras. El saber que el recuerdo de mi hijo podía quedar en un libro me dio mucha tranquilidad." 

¿Cómo te sientes al saber que ya se está leyendo tu libro?

"Feliz, no te imaginas la felicidad. Ya he tenido, de hecho, personas que me envían comentarios, cartas, y muchos coinciden en que, además de llorar, los hice reír. Me sorprendió el comentario porque hacer reír es algo que me parece maravilloso, sobre todo en medio de una historia tan dolorosa. Yo esperaba que mi novela tuviera diferentes matices, que tuviera un paisaje completo donde el lector pudiera encontrarse con selvas y desiertos, pero al mismo tiempo con pequeños oasis que refrescan. En la novela hay muchas cosas, hay alegrías, sueños cumplidos, anécdotas, momentos de mucha felicidad, y por su puesto que también de mucha tristeza, pero haber logrado ese conjunto de distintas emociones en un libro, y recibirlo como comentario, me halaga muchísimo."

 

 

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