Hay libros, a diferencia del común, que uno quisiera alargar su lectura hasta el límite, no devorarlos de una vez, sino paladearlos capítulo a capítulo, ir adelante, pero retrocediendo. Me ha sucedido con Tantas vueltas para llegar a casa de Carolina Ponce de León, una autora a quien seguía en sus columnas sobre arte de El Tiempo hace unas décadas. Escribo este post, para ser coherente, faltándome las cinco últimas páginas que espero deleitarme con ellas sin afán, dándome el espacio necesario.
Hacía rato no leía un libro, que, siendo el relato de una vida, la una y muchas de la autora, vividas en Bogotá, Nueva York, París, San Francisco y otros lugares de paso -como curadora, crítica, gestora cultural, etc.-, lograra apasionarme de tal manera, siguiéndola en sus itinerarios y ciclos, viéndola jugarse hasta el pellejo en experiencias, placeres y revelaciones en medio allí donde otros, como plumíferos, apenas levantan un simulacro a su ego. Carolina no rehúye desnudar su verdad como hija, esposa, madre, amante, artista; como mujer, en una sola palabra, con el valor de quien tiene mucho que decir y poco perder. Y, sobre todo, con el talento y la lucidez de quien, al erigirse como tema de sí misma, lo hace como la grandísima escritora que ella es, permitiéndonos a nosotros, sus lectores, aprovecharlo.
Tantas vueltas para llegar a casa es un extraordinario libro de una grande, grandísima escritora
ELKIN RESTREPO
El éxodo y el retorno, el amor y eso otro: lo que hiere y daña, la brutalidad despojada de todo sentido. En este libro maravilloso, Carolina Ponce de León nos entrega su vida que ha sido una vida entregada al arte y, por eso, a la forma más alta de conocimiento. Enlazado a una reflexión crítica del arte en Colombia, ante nosotros se despliega, en un plano vital, el ejercicio libre de una intuición extraordinaria que le ha permitido a ella hacer del presente su morada, pero le ha permitido también, una vez el momento ha llegado, desatarse de una situación que siempre es parcial y seguir andando. Con ella seguimos este viaje, el paso por la constricción y el peligro hacia lo más abierto que ya estaba en ella, la vuelta a casa.
Andrea Mejía